Tengo una Pastor Alemán que lleva conmigo seis años y hace ahora uno, revisándola observé que tenía una especie de pequeños pegotes en ambos ojos, cosa que me alarmó sobremanera. Acto seguido la llevé al veterinario y luego de revisarla me dijo que tenía un Pannus Corneal o lo que es lo mismo, Queratitis Superficial Crónica Inmunomediada.
Cuando llegué a mi casa busqué información sobre esta enfermedad y lo que encontré me dejó bastante helada ya que la mayoría de artículos hablaban de ceguera como consecuencia final de esta afección, pero también sobre una serie de tratamientos (alguno de ellos bastante agresivo) que podrían dar buenos resultados en algunos casos, dependiendo del grado de la enfermedad y la edad del perro.
Allí se explicaba que hay una serie de razas que están más predispuestas a padecer esta dolencia y que son: Pastor alemán, Greyhound, Hushy, Kelpie, Pastor belga, Gran Danés, Boxer, entre otras; que puede aparecer a cualquier edad, aunque lo más habitual es que lo haga entre 1 y 5 años; que la gravedad de las lesiones depende de cada caso en concreto y que influye mucho el lugar donde viva el animal y si está todo el día a la intemperie.
Cuando leí esto me llamó mucho la atención ya que mi querida Luca vive con nosotros en casa y sale lo necesario para su ejercicio diario; pero a continuación de esta información aparecía otra reseña que decía que se nota más la incidencia de esta dolencia a partir de los 200 metros de altura sobre el nivel del mar, posiblemente por el aumento de la radiación ultravioleta. Esta causa ya se adecuaba más al caso de Luca ya que nuestra vivienda se encuentra a 1500 metros de altitud.
En esta enfermedad se unen una predisposición heredada y un desencadenante externo, habitualmente los rayos UVA solares pero también el viento arrastrando polvo y materiales de construcción.
Es una enfermedad de por vida y el restarle importancia, demorar el tratamiento o ser negligente en su cumplimiento, puede dejar ciego al animal.
Después de la gran preocupación ante el desconocimiento de esta enfermedad y su evolución, debo decir con gran alegría y satisfacción que a día de hoy, este problema ha disminuído sobre manera y que aunque no curados, porque esto no se cura, los ojos de mi perrita están mucho mejor; todo esto gracias a un veterinario, de la Clínica Veterinarios del Sil, que vale su peso en oro y es un profesional como la copa de un pino, ya que gracias a sus consejos, su buen saber hacer y su dedicación, hemos conseguido estos estupendos resultados para mi querida Luca.
En todos los artículos que leí, se hablaba que a parte del tratamiento medicamentoso para los ojos, era necesario protegérselos durante las horas de actuación de los rayos UVA, con unas gafas de sol; pero cómo?… Seguí buscando sobre el tema y encontré varias casas que suministraban gafas especiales para perros y pedí unas para Luca.
En el mismo artículo también hablaban de cómo adaptar las de nieve y me puse manos a la obra y con muy buen resultado ya que estas las soporta mejor que las propias de perro. De estas gafas de ventisca las más idóneas son las de niño, aunque esto también depende del tamaño del animal que las necesite; la mía lleva esas.
Todo este protocolo debe ir acompañado de regularidad y mucha paciencia ya que la tendencia del perro es a desprenderse del objeto extraño, pero puedo decir que acaban acostumbrándose tardando una media de tres meses en hacerlo. A la mía le llevó menos tiempo porque es una perra muy dócil y obediente, lo que no quita que aún después de llevar un año con ellas intente quitárselas en momentos puntuales frotándolas contra las piernas de las personas o enterrando la cabeza en la nieve; a pesar de todo no puedo quejarme.
Pero después de estos tristes episodios vividos ante la enfermedad de Luca debo decir que lo que nunca llegué a imaginarme es la expectación que causa cuando la gente la ve con las gafas, los comentarios de sorpresa cuando la ven pasar, es increíble la cantidad de fotografías que le hacen, incluso dándose el caso de enviárselas a un Oftalmólogo para que viera tamaña novedad.
A pesar de este “boom” las personas que la ven no se imaginan el motivo, la mayoría piensa que es una “tendencia”. Que más quisiera yo el no tener que ponérselas ya que van en contra de su naturaleza, esto es una necesidad, no como los “aderezos” que a veces se les pone sin más motivo que el de llamar la atención; aunque cada propietario es muy dueño de hacer lo que le parezca,(siempre que no sea maltrato), lo cierto es que debería de pensarse un poco más en su bienestar que en nuestros deseos de notoriedad. Cada uno con su conciencia.
Pero bueno después de la desolación vivida al conocer que Luca podía quedarse ciega, el llegar al punto en que estamos a día de hoy es la mejor noticia y compensación a tanto esfuerzo y disciplina para con el tratamiento. De todas formas ellos se merecen eso y mucho más.
Este artículo va dedicado sobre todo a los propietarios de perros que puedan encontrarse ante esta enfermedad, que no es tan conocida como otras pero que puede hacer mucho daño si no se coge a tiempo y no se respetan las pautas del tratamiento o se hace caso omiso de los consejos y decisiones de veterinario.
El tener un perro es una gran responsabilidad física y moral, hay que quererlo, educarlo, protegerlo y prodigarle los cuidados necesarios; si no se respeta todo esto, es mejor no tenerlo.
Lo que nosotros le damos no tiene parangón con lo mucho que ellos nos devuelven.
Texto e foto: Manuela A. Calvo Otero